El litoral de antaño
El litoral de antaño:
un sendero incansable, trémulo viento de nardos, de arena que quema los pies y
llena el universo agujereado de blanco, blanco y cadáveres siempre olvidados…
Si de este mar
amargo, mar de retazos y de cielos anudados por tintes extraños, si alguna vez de
él he partido, desde su borde y los pliegues quebrados, de su luz que gravita anarquía
y topacio, y desde su tristeza, el aullido de los colores que otros mundos
reflejan; si he visto en sus aguas, rojas, escandinavas, purpurinas, las rutas
que en tus labios descansan buscando…
Si he visto en este mar…
nada.
(La cuchilla abierta
en mis manos, la punta roma, el deseo desbocado…)
Y si alguna vez, todo
ha dejado de ser, tal como cuando no estás a mi lado y de la mar todo es cueva,
gruta, mandolinas, tornamesas y sintetizadores macabros…
Entonces, la lluvia
caerá, pero no hacia abajo, no hacia los lados, y del sol podré esperar todo,
salvo la vida, salvo iluminar los sueños y atajos, las antiguas manecillas del
reloj que se siguen clavando en mis manos…
Entonces la mar será
ruta, barco, la extinción de lo humano, el renacimiento de todo artificio e
ingenio que diviniza lo misántropo…
Y es que de la fiebre
el sueño se apodera, cantando, un rostro pequeño, un rostro zafio, canario y la
mar es la que busca noche, la que busca, busca, pero aún naufraga en milagros…
No hay comentarios:
Publicar un comentario