La fiebre revelada
Los campos desatados
al fuego, a las cadenas diamantinas, al silencio de duendes y las leyendas
fatídicas…
Y forjados en el tiempo
indomable, sacrosanto, los años que al fuego fulgen y, de fiebre altanera, sus
colores inteligibles, que revelan a través de sus bordes los objetos inanes,
los objetos que han de terminar como parte de la carne…
Y también revelada
desde cada punto cardinal, desde la brújula y la rosa de los vientos, desde el
mar y el perverso animal que es su profundidad, su espuma milimétrica, acaso es
la madrugada poesía frágil, sentido y órbita quebrada, furor de piernas y
espalda, aurora final, centauro que en mí habita y nada posee, ni lamentos, ni
combates, ni territorios prestos al galope o la matanza…
Oh, Los campos
desatados al fuego, a la fiebre, al dédalo algebraico de tus ojos, a las
herraduras en llamas y ceniza ardiente, galope tendido y mandarina que musicaliza la
muerte, las vértebras del Leviatán, el signo y símbolo de sus cadenas, aquel tiempo que hemos terminado matando y arrastrando de una orilla a otra…
Oh, fiebre, hay
sangre que corre y no está en mi frente…