Ante el enemigo
He de temer el sueño
ceniza,
caer cientos de
libélulas y serpentinas,
orbe aparte que
fermenta un laúd
en la tempestad
herida…
He de temer, sí, todo
remedio casero,
todo paliativo magenta
a la vida,
los oasis en medio
del desierto,
la vid y los puñales telúricos
de la fantasía…
He de temer las
piedras ardiendo al mediodía,
todo lo que es signo,
deseo y hechiza,
los mundos que en el
espejo
me niegan toda
entrada y salida…
Finalmente, he de
temer, de los objetos,
su etérea y franca lascivia,
el ansia refleja por
dejar mi cuerpo
ausente de noches y
días…
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