lunes, 5 de agosto de 2013

Para los días demasiado blancos...

Perdido en el acero
Pequeño y lúgubre acero
que no vienes a mi encuentro;
pequeño y lúgubre dios de arrabales,
reflejo de prados extensos, de muertes inigualables;
eres dios de imprecaciones,
de sombras en el aire,
de noches ácidas
que asechan hambrientas
desde los filos en los matorrales,
que nada traen salvo un sempiterno ardor
posado en azules telarañas
de hilos inabarcables…
Pequeño y lúgubre acero,
hoy que te necesito, no te encuentro;
hoy que ella no está y mi cuerpo pide los cielos,
la huida del mi aliento,
la intemperie penetrando a través de la carne
hasta mis huesos…

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