La muerte vespertina
De atlánticas caídas
y mercurio en las
venas,
es la muerte
vespertina,
como agreste
territorio decimal
su hecatombe apenas
dicha…
De espacios eléctricos
sus labios de oro,
y los objetos a sus ojos,
pura fantasía:
al margen de
horizontes y líneas,
la añoranza de cierta
sencillez
en la poesía fatídica…
Y, oh, su golpe en mi
cráneo,
un número necesario
en la palabra a
galope, entredicha:
los miembros y
puertos
que acaban de niebla
y ceniza;
y ante la navaja, el
lavabo y el espejo,
su reino en demasía…
su reino en demasía…
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