Cuando escucho tus
pasos…
Tu andar inmenso,
de solsticio en la
penumbra,
arrastrando consigo
mi sombra,
sus dioses
sarmentosos
y las líneas en mis
palmas…
Tu andar ominoso
de maleficios y
equinoccios,
donde empieza el
reino y mi aliento termina
en la espera inicua
del hierro…
Y así su ritmo,
todas sus vocales:
en mi lengua la rabia
y en mi corazón,
alquimia y quiromancia…
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